Kaliste no podía creer todo lo que le
estaba pasado. Se sentía como nunca antes lo estuvo, tan querida, tan
idolatrada por las miradas ajenas y por Erik… el cual le estaba suponiendo un
problema. Ella por un lado querría estar con él y pasar tantas tardes como la
anterior, pero no era ella la que estuvo junto a él, no era ella a la que casi
besa, no era ella a la que miraba a los ojos y quedando deslumbrado… Nada era
de ella salvo las lágrimas que emanaban de sus ojos. Ella por mucho que
quisiera no lo había olvidado y él parecía haberlo hecho una y mil veces. Y no
podía evitar pensar que quizás no fuera solo su físico lo que le atrajo sino,
su personalidad por la cual no paró de decirle se parecía a la que una vez fue.
Intentando por todos los medios con este razonamiento quitarse de la cabeza que
existiera la temida posibilidad de haberla olvidado… Pero más allá de todo ello
había un problema, una incógnita más importante:” ¿Cuánto duraría todo esto?”
- Porque ¿y si no llego a encontrar el amor verdadero de Evolet? Y más aun
¿cómo sabré quién le corresponde sin yo ser ella realmente? No puedo hacer
esto. Es imposible, yo no soy nadie para encontrarle solución sola a la
catástrofe que se cierne sobre mi mundo, a la vida de una desconocida, a ser
capaz de solucionar mis propios conflictos internos…, no puedo amar a Erik, no
puedo ser yo.
A Kaliste cuando algo le rondaba mucho la cabeza, crear frases en su mente que
aparentemente poca relación tienen con el pensamiento…Pero el caso es que ella
en este tipo de situaciones le gustaba explayarse con ellas en un papel
intentando darle forma a sus frases de caos. Pero incluso a ella misma le
costaba entender esas frases. Únicamente las escribía por el hecho de que
sonaban bien. Como si detrás de palabras incongruentes cupiera la posibilidad
de encontrar algo con sentido. Y así era. Pero la única que podía descifrar
todo aquello era su madre.
Por lo que Kaliste paso la tarde escribiendo y escribiendo. Muchísimas frases,
dibujos enlazados y a unión con todo ello escribió la tarde en que vio a Erik.
La cual estaba tan llena de magnificentes, de idealizadores, que poco se
acercaban a la realidad. Demasiados sentimientos y reacciones en un solo día…
No le apetecía salir, ni moverse, ni nada… Se quedaba sentada contemplando desde
su cama la ventana donde el viento seco movía las cortinas grises de seda.
Recordó y sintió más que nunca la ausencia del “color” en su mundo. Lo que Erik
le hizo olvidar por completo. Este pensamiento le apretó el pecho haciendo
forzosa la respiración y vacío en su estómago. Se levantó rápidamente haciendo
el amago de tirar contra la pared lo primero q vio, pero al levantarse vio por
la ventana que Erik se acercaba a su casa, y rápidamente cerró las ventanas y
corrió las cortinas.
-Pero ¿Qué narices hace este aquí? dijo muy enfurecida.
Comenzaron a golpearle mil pensamientos en la cabeza. Pero ninguno le dejaba
claridad, todos eran rápidos desbarajustes emocionales. Entonces llamaron a la
puerta.
(El padre abre la puerta) –Hombre hijo pero ¡cuánto tiempo! ¿Qué te trae por
aquí?
- Pues verá necesito hablar con su hija señor. Creo que nuestra amistad amenguo
con el paso del tiempo y me gustaría recuperar la….bueno el tiempo perdido
quiero decir…
- Estúpido lo único que quiere es averiguar si yo puedo llevarle a Evolet…
¿Cómo puede tener la desfachatez de presentarse solo para eso? ( Kaliste mira
desde las escaleras lo que ocurre comentando entre dientes)
Entonces su padre mira hacia arriba y la ve. Kaliste le hace un señal para que
le de largas, pero este no lo termina de comprender.
- Bueno…no quisiera ser insistente…
- ¡Oh! no no voy a llamarla. ¡Kalistee!
Entonces ésta desde las escaleras le lanza una pelota a la espalda y le hace un
gesto diciendo que estaba loco señalándose de arriba abajo para que se dé
cuenta de que no es la misma. Al padre le entra la risa.
- Perdone ¿qué es lo que tiene tanta gracia?
- Jajaja nada, disculpa hijo, pero… hoy no es un buen día para que la veas. Es
decir, jajaja que no está aquí. Jajaja Bueno hijo siempre es un placer.- Cierra
la puerta y sigue riendo.
Erik no entiende nada. Y se pregunta por qué no para de llamarle hijo, algo que
le da mucho coraje.
Kaliste baja las escaleras y va hacía su padre que aun ríe.
- Jajaja ¡qué puntazo ha tenido todo esto! ¿Te imaginas que se me olvida que no
eres tú? Es decir…bueno ya me entiendes.
- Papa, esto no tiene ninguna gracia. No sé tú, pero yo no sabría explicar que
ya no exista y que haya otra persona en mi lugar que entre y salga de aquí.
- No pretenderás que cambiemos de casa. Diremos que ha sido la pubertad que te
ha cambiado jajajaja
- ¡No! Papa esto es muy delicado, y no es como para tomárselo a broma. ¿Qué
crees que dirá mama cuando vuelva de su viaje y vea a una hermosa jovencita en
tu casa? Se volverá loca de celos y te hará mil preguntas y tú le
contestaras... ¿Qué ha sido la pubertad?
- (Después de un silencio)…Tu madre…me va a matar.
- Tranquilo a pesar de todo yo no he sido como tú y he querido ser previsora.
Se me ha ocurrido que podemos decirle que ha sido como un intercambio para
aprender el idioma de aquí. Y yo hablaré francés como mama no tiene ni idea no
se dará cuenta de que no soy nativa.
- Puede que salga bien… Pero, ¿y si quiere llamarte?
- Le diremos que únicamente puede comunicarse conmigo por correspondencia y le
haré cartas todos los días.
- Bueno y ¿durante cuánto tiempo será esto Kaliste?
- (En silencio)…No lo sé Papa…no lo sé.
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