lunes, 15 de octubre de 2012

6ºCapitulo->Eva



Kaliste comenzó su nuevo día con su nueva forma corpórea y con un  propósito, devolverle la vida a la ciudad de Alarmony. En principio tenía clara la teoría: tenía que seducir a un muchacho que llegara a amarla tan profundamente como para deshacer el hechizo. Era fácil de decir pero se dio cuenta de que no sabía por dónde empezar. El único amor de su vida fue Erik y desde que ella tenía 6 años y él superándola en 3, No se volvieron a frecuentar como antes. La diferencia de edad los separo lo suficiente para que su amistad se resumiera en un “hola” y “adiós”. A veces incluso más formal.
Kaliste llegó a confesarle su amor cuando eran niños pero ¿quién echa cuenta a los sentimientos a esa edad?

Recuerdos

Al terminar de almorzar Kaliste tenía la costumbre de salir corriendo a ver al gato del vecino, Oculos. Lo que le atraía de este gato no era ni más ni menos que sus ojos. Todos conocemos la rareza de los ojos de los gatos y de su cautivadora mirada pero este tenía algo mucho más especial.  Sus ojos cambiaban de color cada día. Y esto para su dueño suponía una gran ironía pues este era ciego.  Kirios rondaba los 70 años y le encantaba la compañía que le ofrecía Kaliste. Ella intentó explicarle cómo era ver los colores a través de los ojos del gato. Pero le costaba muchísimo explicar algo que  ni ella misma había conocido antes ni tenía referente para explicarle a un ciego que nunca vio más que oscuridad. Y esto le hacía sentirse bastante frustrada.
Un día le preguntó a su madre  como podía explicárselo. Y a esta se le ocurrió que  cada vez que fuera a ver los ojos del gato, llegara a casa y le contara qué sensación le transmitía.  Ese día le dijo que los ojos le habían hecho sentir calidez. Otro día le dijo que le transmitía esperanza. Al día siguiente era confianza… Y así sucesivamente  lo iba recogiendo la madre por escrito para luego poder transmitírselo con claridad a Kirios.
Un día de esos en que Kaliste había pasado la tarde observando al gato, muy atenta al color de sus ojos se dio cuenta de que era un color muy difícil de expresar no sabía con claridad que sentimiento le provocaba y para colmo ese día más que ningún otro Oculos no para de moverse  de aquí para allá.
Kaliste siempre se había sentido cómoda en la casa de Kirios para expresarse con total libertad. Porque sentía que no la juzgaban ningunos ojos y quitaba peso a lo ridículo que pudieran parecer sus movimientos.  Los que para ella eran divertidos.
Ese día que estaba tan centrada en el gato e intentando seguir sus movimientos  no se fijo en ningún momento que desde la ventana que daba al jardín donde ella jugaba,  un chico la miraba intentando comprender que narices hacía. Y éste terminó gritándole desde su ventana  que qué era lo que estaba haciendo. A lo que Kaliste reacciono levantándose muy rápidamente y mirando a todos lados en búsqueda de la voz que le gritó. Descubrió al chico de la ventana que la miraba con una sonrisa burlona.
Él era el nieto de Kirios que había venido a pasar la tarde en su casa.  Cuando le miró se puso colorada  y salió corriendo. Cuando llego a casa, más temprano de lo habitual. Su madre a forma de rutina le pregunto que había  sentido. Y ella le contesto: -Me sentí con mucho calor.  Pero era un calor que me llenaba la barriga y me calentaba los mofletes. Y me hizo temblar las piernas y las manos. Y creo que así me sigo sintiendo todavía.- Todas las palabras le salían con gran rapidez y entre frase y frase le costaba tragar saliva. La madre muy sorprendida le pregunto si se refería al color de los ojos  del gato. Y Kaliste respondió de nuevo de la misma forma, que  no pudo ver el color de los ojos porque el estúpido gato no paraba de moverse. La madre le pidió que se tranquilizara y le regaño por decir aquel peyorativo para hablar del gato, el cual seguro, no habría tenido nada que ver con su humor. Le pidió entonces que le dijera que era lo que le ocurría pero antes de eso apreció el chico de la ventana y Kirios llamando a la puerta. Estos se habían acercado para  que  Erik pidiera perdón  a Kaliste por haberla asustado. Y le traía una flor que de camino a su casa había desintegrado por haberla apretado con demasiada fuerza. Y cuando quiso mostrársela a forma de sorpresa se la encontró tan estropeada que hizo reír a Kaliste. Y este muy avergonzado le dijo que le traería otra.
Kirios les propuso que se fueran a jugar juntos. Así lo hicieron todas las tardes que Erik pasaba con su abuelo que comenzaron a ser más continuas.
Uno de esos días  cuando estos dos jugaban a ver quien encontraba más babosas, juntos sentados en el césped visualizando a lo lejos el rio de la torre Bohemia, Kaliste le dijo de forma muy sería: - Erik, tu y yo ya no somos niños  yo lo paso muy bien jugando contigo y pienso seriamente que no encontraré a otra persona con la que divertirme tanto. Y quiero que vivamos juntos  para que así nunca te vayas, ni tampoco tengas que volver a ningún sitio. – Kaliste no había apartado la mirada de la planta que estaba deshojando y a cada frase que decía más sonrojada se ponía. Y Erik la miró le sonrió y le dio un beso en la frente. Kaliste le miró muy enojada porque ese beso significaba que la consideraba pequeña y que no la tomaba en serio. Sin embargo Erik le propuso que lo harían cuando fueran más mayores y que le gustaría que la casa se situara cerca del rio. Ambos se miraron y se sonrieron.  Y ella no segura del todo le pidió  que se lo prometiera. Este rio y dijo:- Lo prometo Kaliste,  lo prometo.


 



3 comentarios:

  1. DALALAI jajaja
    A ver para cuando el próximo capítulo
    Esta muy chulo, animo chicas ^^

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  2. Jujú gracias Sergio. Nos anima mucho que nos comentes.^^

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  3. Muy bonita esta historia de fantasía. ¡Imaginación no os falta!. Esperaremos para ver qué rumbos va tomando. Gracias por compartirla ;)

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