No podía creer que eso le sucediera a ella,
la mujer más poderosa del reino, la más amada. Suplicó al mago para que la sacara
de allí, incluso le amenazó, pero al ver
que el mago no hacía nada empezó a desesperarse cada vez más.
El resto de días fueron muy confusos para
ella. En aquella torre tenía todos los lujos que hubiera soñado y más, pero a
la vez no tenía nada. Sentía un gran vacío en su pecho y no podía prestar
atención a nada que no fuese buscar una salida, buscar su libertad. Probó todo
lo inimaginable: intentó derrumbar una de las paredes de la torre, escavar un
agujero, hasta pensó en salir por la ventana con la ayuda de una sabana, pero
nada de eso surtió efecto. Chilló y chilló hasta quedarse sin voz con la
esperanza de que alguien la oyera y pudiera sacarla de la prisión, pero solo la
escuchaba el viento...
El simple hecho de buscar continuamente una
posible escapatoria hizo que dejara atrás todo lo demás, todas aquellas cosas
que ella en ese momento consideraba superfluas, dejándose de lado incluso a sí
misma.
El mago la observaba cada día, ya que aún
sabiendo cómo era, la seguía amando incluso más que antes. Y verla sufrir hacia
que el sufriera también. Evolet no sabía este hecho ya que él la observaba a
través de un libro mágico que mostraba imágenes de momentos reales. Era como
ver una película a través de las páginas de un libro. Y entonces la vio.
Evolet, ya cansada en uno de sus intentos
de huida rompió a llorar. Sabía que no podía escapar de allí, de ese infierno
que ella misma con su arrogancia había creado, que era demasiado tarde, todo
estaba perdido ya para ella, y de pronto se sintió sin fuerzas para seguir
adelante, y cayó al suelo.
Estaba inconsciente, llevaba días sin comer
y eso le trajo consecuencias. El mago al ver esto apareció de pronto en la
torre e intentó despertar a Evolet, sin éxito alguno.
Fueron necesarios unos cuantos días y unos
cuantos conjuros para que Evolet volviese en sí. Seguía débil, pero al menos
estaba consciente. El mago al comprobar que estaba así de mal, se sintió muy
culpable y le dijo que no podía eliminar el conjuro, pero que sí que podía
ayudarle a finalizarlo, y entonces sacó de su bolsa aquel extraño libro.
En la portada reposaba la figura de dos
serpientes cruzándose “OFIRI”. Dijo el mago, él te ayudará. Y junto al libro le
entregó un anillo con el mismo símbolo. Al ponérselo las serpientes se
iluminaron dejando ver una resplandeciente luz azul blanquecina, que le
devolvió parte de la esperanza perdida.
Ella
le miro y le acaricio la mejilla. Por primera vez estaba dando señales reales
de aprecio. Por poco que fuera llevaba consigo todo el amor que ella le
profesaba, aunque no fuera el mismo que mantenía hechizado al mago.
(pág.3)The flash back
No hay comentarios:
Publicar un comentario