sábado, 3 de noviembre de 2012

Capitulo 15 (Lara)



Algo nuevo recorrió el interior de Kaliste, ese beso… le recordaba a algo pero no sabía muy bien a qué.
Cuando se ponía nerviosa no podía pensar con claridad y aquel beso había conseguido nublar la mente de ella al completo por lo que decidió hacer lo que Desmon le había propuesto. Al fin tenía la posibilidad de explorar La Torre en la que desde pequeña soñaba entrar. Había demasiadas cosas que no entendía… ¿cómo había entrado allí? ¿Quién era Desmon? Era la primera vez que lo veía pero internamente no lo sentía de ese modo.
Comenzó a pasearse entrando en cada una de las habitaciones que había. Le costaba algo caminar <<menos mal que me dejó el paraguas para apoyarme…>> pensó. Entró en una de las habitaciones. Era una especie de salón con un escritorio donde había un libro, un libro que captó su atención por la figura que tenía en su portada. << Se parece tanto a…>> pero antes de finalizar el pensamiento su anillo comenzó a brillar. Cuando quiso darse cuenta estaba abriendo el libro y ante sus ojos comenzaron a aparecer imágenes, millones de imágenes. Parecían antiguas y parecían querer contar algo. Eran imágenes de Desmon. Estaba algo cambiado a como lo había visto antes. Sonreía sin parar, se le veía tan feliz. De pronto un sentimiento de celos la invadió. << Cómo puedes sentir celos por alguien que acabas de conocer, Kaliste…>> pero algo interrumpió su lucha interna; otra imagen. En ella aparecía una joven, la joven que provocaba la sonrisa de Desmon. El sentimiento de celos aumentó vertiginosamente pero esta vez acompañado de incredulidad. La chica de la imagen era ella. << Pero… cómo…>> susurró mientras acercaba la mano a la imagen para tocarla cuando de pronto, con el simple contacto un sinfín de imágenes la golpearon sin que ella pudiera evitarlo…
Sentía el frío en sus pies descalzos mientras se empapaban en la húmeda hierba que yacía bajo ella. Giraba y giraba mientras todas aquellas gotas de lluvia la empapaban sin cesar. Estaba ya haciéndose de noche pero no importaba, estaba donde quería estar. Sabía que aquello estaba prohibido; no debería haber huido a aquel lugar ni con aquella persona. Todo le traería consecuencias nefastas pero no le importaba, ahora ya no. Una voz hizo que parara.
– Con que estabas aquí, eh...
Miró en dirección a la voz que tan familiar le resultaba y allí estaba Desmon, observándola mientras se apoyaba en el marco de la puerta con una sonrisa dibujada en la cara.
– Es tan sumamente relajante esto– Le respondió cerrando los ojos mientras elevaba los brazos y comenzaba a sentir el peso del agua sobre ella. Pero algo hizo que abriera los ojos. Desmon se había acercado hasta ella abrazándola por detrás. La lluvia no cesaba y de pronto un rayo cruzo el cielo estrellado iluminándolo por un instante.
Kaliste no pudo evitar sonreír ante esto. Desmon la sujetaba por la cintura. Estaba ya casi igual de mojado que ella y poniendo detrás de la oreja uno de los mechones de cabello le susurró:
– Me encanta verte bajo la lluvia, estas tan sexy– Y sujetándole la mano la hizo girar y girar y girar hasta que Kaliste perdió el equilibrio y chocó encontrándose frente a él mientras sus cuerpos empapados se pegaban como imanes deseosos de encontrarse y no separarse jamás.
– Lo siento…– susurro sonrojándose un poco y otro rayo surcó el cielo. Kaliste se quedó observando el cielo y entonces Desmon sujetándole el rostro la besó.
Kaliste volvió de pronto a la realidad. Aquel beso… se parecía tanto al beso de hace unos minutos… pero no tuvo mucho más tiempo para reflexionar puesto que mas imágenes, mas recuerdos le invadieron…
Estaban en una casita en la montaña. El mismo lugar donde unos minutos antes se había besado con Desmon bajo la lluvia. El lugar era de estilo rústico y con una sola planta. No era muy grande pero allí había lo suficiente para pasar la noche. Ambos estaban sentados frente a una chimenea que emanaba calor y brillantes haces de luz que envolvían toda la estancia sin necesidad de velas.
De pronto la mirada de ambos se encontró. Aquellos ojos azules de Desmon junto con los violetas de Kaliste. Desmon jugueteaba con uno de los mechones empapados de Kaliste mientras que ella sentada a su lado con las piernas sobre él miraba absorta las llamas que crecían y desaparecían sin cesar. Era todo tan mágico… pero de pronto la puerta se abrió apareciendo en ella una figura, un hombre al que Kaliste no reconoció y que a pesar de ello le provocaba pavor, un miedo infinito, sentía que todo estaba perdido…
– ¡No!– chillaba– No, no puedes… no, déjame, no… ¡Desmon! No, por favor, a él no…
– Kaliste, cielo responde, Kaliste mírame soy yo, Desmon. Kaliste mi amor, por favor, reacciona…
– ¡Nooooooooooooo!– gritaba sin poder contener las lágrimas- Noo…– y de pronto se sentía tan vacía, era como si le hubiera arrebatado a lo que más quería en el mundo, le hubieran arrancado el alma, como si aquello que tanto ansiaba estuviera en peligro, era como si Desmon…
– Desmon… Desmon…– Y cayendo de rodillas rompió a llorar mientras él la abrazaba.
– Estoy bien pequeña, todo está bien, ya pasó.

sábado, 27 de octubre de 2012

Capitulo 14 (Eva)




Llamé a mis amigas Cloe, Mia y Nina necesitaba contárselo todo. Ellas aparecieron realmente rápido en mi habitación, bueno aparentaba ser mi habitación, había cosas que no reconocía pero dentro la sentía como tal…
Mia- Bueno, cuéntanos ¿Cómo te fue con Dallas?
Cloe- Si, que paso que nos dejaste intrigada. ¿Iba guapo? Yo le dije- Demian más te vale ir presentable ante mi amiga eeh? Jaja.
Nina- Que os gusta un cotilleo chicas, por dios. A demás, no te ofendas Cloe, pero se conoce a una persona mejor si es ella misma. Y a lo mejor Derek no tenía pensado arreglarse y le pusiste en un apuro en ese sentido.
Cloe- Pff…Puede que tengas razón. Bueno perdónanos Kaliste, cuenta.- Le sonríe. 
- Nos encontramos y nos dimos un abrazo y él me beso en la mejilla. Nos dirigíamos a “La Fundición”. Yo no lo sabía hasta que llegamos. Fue una gran sorpresa la verdad, pues nos había reservado dos entradas al teatro para ver una comedía romántica. Me gustó mucho y me encontraba muy cómoda con él. Y para cuando salimos de “La Fundición” tan solo aparecía la magia…
El cielo había oscurecido y el ambiente se había vuelto de brisa fresca y olores cálidos. Kaliste llevaba un vestido precioso de un estilo hippies sin dejar de ser arreglado. Era largo y terminaba en puntas su falda. En ella se podía colar el viento y dibujar movimientos en su tela para dejar ver sus preciosas piernas. Kaliste, no era alta, era de estatura media. Pero era una de las pocas mujeres que detestaba llevar tacones. No solo porque le hicieran daño, ella consideraba que era una burla a la estatura de la mujer. Como si para ser una mujer perfecta se deba elevar la altura y ganar unos absurdos centímetros más. Por lo que ella iba plana con zapatos de cuero con tiras que se ajustaban a sus pies dejando un bonito dibujo en ellos. 
Él, sin embargo, iba simple; con unos vaqueros claros y una camisa oscura y su pelo despeinado. A Kaliste le gustaba esa forma de ser tan despreocupada por su aspecto. Pero no tenía claro si él era así por tener tanto ego en sí mismo que no necesitaba arreglarse para nadie, o porque simplemente quería mostrarse tal y como es. 
Caminaban por la calle que por ser de noche estaba poco transitada, iluminada por los faros que guiaban el recorrido. Entonces comenzó a escucharse música que provenía de un hombre que se había colocado allí para regalar la música al viandante y de ese modo intentar sacar algo de la gratitud de quien pasara. 
-Preciosa música ¿no te parece Kaliste?- Le sonríe
-Si…Es muy relajante. Estas personas hacen hermoso lo simple que es caminar. – Dijo ensimismada en la imagen del hombre que creaba música con aquel instrumento tan raro.
-Pues será mejor que haga algo antes de que te gane el corazón él antes que yo jaja.- Le sonríe regalándole una tierna sonrisa. 
- Jaja Si, lo tienes algo difícil. ¿Qué piensas hacer ahora?- Le dice sonriente y juguetona.
La agarra por la cintura y la acerca a él, se miran y él le dice:
-Voy a sacarte a bailar.
Kaliste mira hacia ambos lados- Entre tú y yo. Se me da de pena bailar. Es más debería ser ilegal que yo bailara en plena calle. Así que será mejor que hullas para que no te ponga en ridículo jaja.
-Kaliste no era una pregunta- Le sonríe- Y si realmente no sabes bailar, déjate llevar conmigo.
Ella se quedó completamente abducida por la sensación que le transmitieron esas palabras y sus ojos. Le sonaba precioso y le evocaba algo de temor tal y como lo había dicho. << Tiene muy fácil el ganarme… Debo de ir con cuidado. >>
-Te noto tensa ¿Estás bien?
-Eeh? Si, si… <<Disfruta del momento Kaliste, ya te preocuparas más tarde>>- Le sonríe. Se acomoda en su pecho y cierra los ojos mientras él le guía al ritmo de la música. Entonces está desaparecía dejándolos en silenciosas miradas... 
Nina- ¡Oh dios mío! ¿Te besó? Derek te besó ¿a qué sí?
Cloe- Pff…Es que Demian es tan romántico. Qué suerte tienen algunas…- Suspira.
Mia- ¡Oh vamos! seguro que no te dejaste vencer tan fácilmente por los encantos de Dallas.
-¡Se llama Desmon! ¡Él se llama… 
Desmon…- Dijo simultáneamente al momento en que se despertaba.
Se encontraba en una habitación desconocida y sus ojos le comenzaban a doler un poco. Aquella habitación parecía poseer mucha luz. Pero no era eso. Se frotó los ojos y cuando por fin puedo ver con claridad se quedó sin palabras. 
-Color… - Se observo de arriba abajo parándose hasta en el último pigmento de su piel y de sus telas, su pelo y después comenzó por todo su alrededor.- ¡Color! ¡¡Color por todas parteees!!- Gritó con intensa alegría lo que provocó sus ganas de saltar sobre la cama pero en el mínimo intento se noto dolorido el pie. No recordaba que se lo había torcido. << ¿Pero dónde estoy?>> Se preguntó mientras se agarraba el tobillo para mitigar el dolor. Entonces alguien entró por la puerta.
-Veo que ya te has despertado ¿Cómo te encuentras?- Le sonríe.
-¿Tú? Pero…es decir…- <<Desmon>> Se recordó gritando.
Desmon se sienta a su lado y frunce el ceño intentado buscar la claridad del iris de Kaliste. 
-Tienes unos ojos fascinantes.
- Pss…No son míos…
-Te equivocas. Claro que lo son. Ven, agárrate a mi te voy a enseñar algo.
Kaliste se deja llevar. Está algo embobada por mezclar las sensaciones que le provocaba su sueño junto a él y todo aquel color que le dejaba ensimismada. Se agarro al cuello de Desmon y este le levantó sin mucho esfuerzo llevándola hasta un espejo. 
-¡Ah! –Se le escapo un grito – Vuelvo a ser yo. Pero ¿cómo es posible? – Entonces recordó la imagen de Erik besando a Evolet.- Oh…
- No te confundas Kaliste. Estamos fuera de los terrenos oscuros. Me dijiste que te llevase a La Torre Bohemia y aquí estamos.
- ¿Qué? Pero eso es imposible.
- Escucha voy a buscarte un bastón o algo en lo que apoyarte ¿De acuerdo? Voy a tener que irme dentro de poco y no quiero dejarte inmóvil- Le sonríe. La deja sentada en un sofá de estilo retro y de tacto cuero frente al espejo y se va. Comienza a observarse frente a él. << Mis ojos, son…son violeta. ¿Violeta? >> Se preguntó extrañada por darle un nombre a aquel color. << Todo me resulta tan familiar. Pero ¿de qué? ¿Cuándo?>> 
Llegó Desmón con un paraguas amarillo con el pomo negro plástico y viejo.- Es lo único que he encontrado jaja. Espero que no te resulte patético.
-No, no para nada ese paraguas es… perfecto.-Le sonríe- No en serio, no sabes cuánto te agradezco lo que estás haciendo, aun que me sienta algo confusa, me da la sensación de que contigo no tengo por qué temer nada.
- Jaja Me alegra oírte decir eso.- Se queda contemplándola sonriente durante un tiempo – Bueno, he de irme, no tardare en volver. Mientras tanto puedas trastear todo lo que quieras. – Dirigiéndose a la puerta…
- Desmon yo…
A Desmon le entra un escalofrió por la espalda << Se acuerda>>. Se gira rápidamente hacía ella y llegado a ella la besa dejando un momento sin respiración intenso. Tras eso se va corriendo escalera abajo.

Capitulo 13 (Lara)


Erik seguía en la puerta esperando a poder entrar con aquel gris ramo y suplicando para sí el ser perdonado por Kaliste…
– Kaliste… –Suspiro casi para sí mismo– No sabes todo lo que te quiero.
Seguía maldiciendo aquella tremenda metedura de pata << Cómo la pude liar tanto… cómo Erik… espero que me perdone sino... yo… ¡No!, tiene que hacerlo, por favor que lo haga, por favor. Kalsite por favor abre la puerta. Si supieras todo lo que tengo que decirte>> pensaba mientras miraba aquel trozo de papel que encontró cerca de la ventana de ella; “Mi querido fantasma” << Lo escribió por mi culpa, seguro…>> pero algo interrumpió sus pensamientos, una voz detrás de él, esa voz tan familiar…
– ¡Anda! ¿y tú quién eres? ¿Y cómo que no te abren la puerta? ¿Estás seguro de que has tocado bien? Mira que a veces pasa eh, bueno supongo que pasa… no es que haya tocado muchos chismes de estos pero son tan raros que una no sabe… Oye ¿estás bien? Mira que parec…
– ¡Kaliste! Eres tú, vuelves a ser tú. –Le interrumpió de pronto él lleno de emoción– Oh dios Kaliste pensé que esto no acabaría nunca. Kaliste yo…– Pero antes de que terminara la frase no pudo resistirse más y agarrándola fuertemente la acerco para sí dándole un beso. Al principio lento pero poco a poco la mezcla de sentimientos que tenía dentro explotaron haciendo que el beso fuera pasional y muy intenso.
Pero esto no duraría mucho puesto que en ese mismo instante se abrió la puerta haciendo que ambos bajaran de la nube a la que habían huido juntos.
Lo primero que encontró Erik al abrir los ojos fueron los ojos de aquella a la que había besado, pero había algo extraño en ellos, no le transmitió aquello que los ojos de Kaliste le transmitían. Se giró de pronto en dirección a la puerta encontrándose a la que era la verdadera Kaliste con lágrimas en los ojos e incapaz de moverse.
– Guau, si que besas bien… pero oye en mis tiempos uno se presentaba antes de besar a la chica, ¿qué modales son esos? Yo soy Evolet, encantada ¡ah! y bonitas flores ¿verdad que sí, Kaliste? Son un poco grises pero bueno es algo normal aquí, ¿No creeis? Jajaja.
Pero ninguno de los dos parecía escuchar a Evolet. Erik sólo era capaz de susurrar pequeñas frases sin coherencia alguna…
– ¿Kaliste?... Kaliste… – Repetía sin poder creer lo que estaba sucediendo– Evolet… no… – Parecía no estar en sí mientras que Kaliste seguía ahí sosteniendo la puerta mientras las lagrimas se deslizaban por sus mejillas encontrando su final en el suelo. Su cara lo decía todo; acababa de encontrarse al chico al que amaba besando a la chica que tenía su cuerpo y a la que tenía que ayudar. Era tal su dolor que lo único que fue capaz de pronunciar fue un “Erik” pero no pudo continuar ya que la voz se le quebró. Aquella palabra pronunciada, aquel simple nombre pareció dolerle más puesto que lo siguiente que hizo fue correr apartando primero de un empujón a Erik seguido de Evolet que estaba al lado.
Lo siguiente que llegó a escuchar detrás suyo fue un – Pero bueno ¿Qué pasa ahora? Era su voz; la voz que estaba empezando a odiar con todas sus fuerzas pero ¿cómo podía odiar su propia voz? <<¡No!>> pensó mientras corría sin saber a dónde ir, <<la odio a ella, ¡la odio!>>.
Corrió y corrió sin detenerse ni mirar atrás y lo siguiente que sintió fue un fuerte golpe que hizo que cayera al suelo haciéndose daño en el tobillo derecho.
– ¡Ay!–Chilló mientras caía al suelo.
– Lo siento, lo siento iba un poco despistado y no te he visto ¿estás bien?– Le preguntó una voz masculina– ¿te has hecho daño? ¿Te duele algo?
– Estoy bien sólo ha sido el golpe…– Le dijo ella haciendo el gesto de levantarse del suelo.
 –Espera, espera que te ayudo a levantarte.
Pero cuando Kaliste apoyó el pie derecho sintió un dolor agudo que provoco otro grito de ella.
– ¿Qué pasa?
–El tobillo… me duele… mucho–le dijo ella sin ocultar las lágrimas que seguían cayendo pero ahora del dolor.
–Quizás debería llevarte a tu casa– Pero no pudo acabar la frase puesto que enseguida Kaliste le chilló un “no” con aquellos ojos rojos a causa de las lágrimas abiertos como platos y con cara suplicante.
– Se pasará sólo necesito ir a La Torre Bohemia, tengo que encontrar la solución, tiene que acabar ya, que acabe ya…– repetía como para sí mientras intentaba deshacerse de los brazos de aquel hombre y coger dirección a la torre.
– ¡Pero Kaliste! No puedes ir así a ninguna parte tiene que verte un médico o algo, venga que te llevo… – Su voz le resultó fría y escalofriante. 
– ¿Cómo dice? –preguntó con miedo. El ambiente pareció tensarse. Aquel hombre la miró y se paró a observar los ojos de la muchacha y en ellos halló una mezcla de dolor, rabia, irá, temor… 
– Kaliste, tiene que verte un médico. Seguramente tengas un esguince o algo peor. –Dijo tajante y sereno.
– ¡No! ¿Cómo sabe mi nombre? 
–Yo te conozco desde que naciste. 
– Pero ¿de qué me está usted hablando? ¿Es familiar mío acaso? 
De repente el anillo de su dedo empezó a brillar– ¡Lo que faltaba!– Chilló.
La luz que emanaba el anillo hizo que su ira se calmara hasta el punto de darse cuenta de cómo un extraño la había cogido en brazos y a pesar de eso no podía oponerse ante él. Se ejercía una fuerza qué no comprendía sobre ella. Poco a poco fue desprendiéndose de toda responsabilidad para sostener su cuerpo y se dejó dormir en aquellos brazos.

martes, 23 de octubre de 2012

Cápitulo13º (Eva)



 Se despertó por el sonido de una música preciosa.
(Kate Nash- Nicest thing)
Estaba en su habitación con las ventanas abiertas haciendo de ese modo circular el viento y refrescando cada rincón. Se sentía muy tranquila y cómoda. No llegó a abrir los ojos pero no le hacía falta para saber donde estaba. Mientras terminaba de desperezarse acompañaba a la canción cantando su letra y poco a poco empezó a abrir los ojos y vio como una chica en medio de su habitación bailaba al son de la música, formando movimientos hermosos junto con su vestido y esta cuando la vio abrir los ojos le dijo- Que interesante tenemos más cosas en común de lo que yo creía.
-Tú debes de ser Evolet supongo- dijo terminando de levantarse. Pero algo se le pasó por la cabeza, ¿cómo podía estar tan tranquila y relajada con todo el asunto? Se asombró de su propia reacción.
-Esa soy yo- Dijo sonriendo- ¿Sabes? tus padres son un amor, está claro que te quieren mucho. Te envidio la verdad.
-N-n ...no. Espera, puff es que me cuesta incluso pronunciar palabra…
-¡Oh! Claro ¡qué torpe! Bueno no tiene importancia. Supongo que recordaras tu desmayó nada más verme ¿no? Pues creí conveniente que debías de tomarte un relajante. Veras se trata de una especie de tila que se inyecta en vena, nada de qué preocuparse. Además también lo recomendó el médico.
-Bueno está claro que ahora mismo no tengo la voluntad para gritarte por la estupidez que acabas de decir… Así que dime, ¿cómo es posible que estés aquí, delante de mis narices siendo yo tú y tú yo? Por favor…
-Kalieste, hoy es 13. 13 de mayo y ya sabes lo que significa eso.-Le dijo sonriéndole.
-¿De… qué carajo…me estás hablando?- Bostezó
-Kaliste, hoy es el día en qué todo vuelve a la normalidad. En que tú me salvas porque encontraste mi amor verdadero.
-Erik… jeje ¿Pero qué bobadas dices?...Él no te…- Se queda pensativa un momento…Se le ponen vidriosos los ojos mientras pronuncia su última frase-  …no me…quiere.
-¿E..Estas bien?- Dice buscándole la mirada
-Perfectamente- Dijo mordiéndose el labio inferior mientras dos lagrimones circulaban sus mejillas. – Te importaría irte un momento…
- Oye, sea lo que sea yo…lo siento.- Se quedo unos segundos y luego se marchó cerrando la puerta.
Seguía inmóvil en la misma postura, y no movía ni un centímetro de su cuerpo lo único que ejercía algún símbolo de movimiento eran sus lágrimas que no paraban de emanar. Se sentía patética.
–Lo siento me dice…-Consiguió pronunciar- lo siento…
Dios mío yo le amo, mi corazón fue suyo desde el primer momento. –El disco seguía sonando y comenzaba a sonar la canción que le recordaba a él. (Regina Spektor-Raindrops). 


Lentamente se levantó  y fue hacia el reproductor para apagarlo. Este lo apagó apretando con toda su fuerza el botón durante mucho tiempo hasta que ya desganada se separó de él y cayó al suelo sentada. Y poco a poco dejo caer todo su cuerpo y sus lágrimas esperando dormirse de nuevo. Pero no era capaz ni de eso. Decidió entonces respirar pero tenía un fuerte nudo en la garganta que le hacía imposible calmarse. Justo en ese momento se abrió la puerta, era su madre.
-Kaliste mi vida ¿Qué te pasa?- Le dice recogiéndola en un abrazo.
-Mama… ¿me reconoces?
- Tu padre ya me lo ha contado todo, mi niña. Siento que te estén pasando todas estas cosas…
-No sabes cuánto te necesitaba mama.-Se acurruca más en ella
-Vamos mi vida, levántate y ven al salón conmigo te haré una tila y intentaremos serenarte ¿de acuerdo?
Ella no pronuncio palabra. Se levantó con ayuda de su madre y bajaron las escaleras poco a poco hasta llegar al salón donde se quedo sentada en el sofá y secó las lágrimas. Desde allí veía y olía como su madre le preparaba la infusión. Esta ardía así que la paso por hielo y se la tomó.
-¿Te sientes mejor?
-Sí. Gracias. Aun que me siento un poco drogada con todos estos calmantes…
-Cariño, los necesitabas en tu estado. El doctor nos dijo después de tu desmayó que si recaías irías a peor y que te mantuviéramos relajada.
-Comprendo…
-Entonces, ¿te ves con fuerzas de explicarme?
- Bueno la historia de “El reino de Evolet” es real mama y…
-No Kaliste,-Le paró- me refiero a qué era lo que te hacía llorar y que provocó que arrancaras una hoja de tu cuaderno.
Hubo un silencio. Kaliste empezó a observar todo su al redor; ni su padre ni Evolet estaban. Solo estaban ella y su madre. Se sentía muy segura y relajada. Realmente necesitaba sacar todo aquello que le oprimía y a quién mejor que a su madre para contarlo. Así que se lo contó todo desde el principio.
-…Y sé que es el destino. Que al fin y al cabo era lo que tenía que pasar. He hecho que un chico…se enamore de ella. Pero, resulta que estoy enamorada de la esencia que me imagine de él. Y a pesar de todo lo que le dije, no soy capaz de olvidarle, y aun que debería dejarle marchar, a mi corazón le duele ver que no le conozco. Que no aceptó que aquel niño de hace 10 años ya no es quién es ahora…Y supongo que me gurdo la esperanza de que lo sea y me quiera tanto como entonces lo hacía…
- Kaliste, por lo que me cuentas veo una contradicción. Veras si tanto le quieres como dices, ¿cómo es que no te ves capaz de perdonar una espontánea  reacción ante tu belleza? Kaliste, los hombres son a veces muy viscerales, no significa que no te quiera tal y como eres. En mi opinión deberías volver a verle y hablar con él. Pero no te equivoques creo que tu reacción fue la adecuada, no quiero que vuelvas con él, pero estas haciendo un mundo todo el asunto. Y si necesitas verle será lo mejor.
- Mama, no se trata de una espontanea reacción se trata de que el chico al que he enamorado ha sido para Evolet. No se trata de mí, y él la quiere a ella. Eso es todo.
Suena el timbre de la puerta.
-Realmente necesitas hablar con él Kaliste- Le dice mientras se levanta hacia la puerta. Al abrir es Erik con unas cuantas flores grises.
-Buenas tardes, ¿podría ver a Kaliste?
-Por supuesto. -Kaliste le hace una señal de que “no”.- ¿Me disculpas un momento?-Cierra la puerta y se acerca a Kaliste.
-No pienso salir hay fuera. No puedo mama. No puedo…
-Kaliste, necesitas cerrar esto. Necesitas hablar con él y además parece bastante disponible a hacerlo. Ambos lo necesitáis. Ahora ve, cariño y no tengas miedo. A los valientes el mundo les ayuda para sacar una sonrisa.
-Gracias mama.
Le besa- Anda vete.



Cápitulo12º (Eva)




Erik le acompaño hasta la puerta de su casa, ella se quedo entonces parada frente a él con una de esas sonrisas que caracteriza al amor, la inevitable. Y con sus ojos llenos de un color verde que parecían ser agua y el brillo de ellos provocado por el sol, parecía imposible no perderse en ellos. Erik se sentía pequeño al mirarla, aquella hermosura le sobrepasaba. Demasiado fácil amarla. Pero confundió conceptos…
-Quédate siempre así…- dijo abrazándola
-Jaja Así ¿cómo?
-Pues…eso que te quedes con el cuerpo de ella. Ella no merece volver a vivir después de lo que nos hizo.
-Se aparta rápidamente de Erik- No puedo creer lo que estoy oyendo. Dime que no lo dices en serio…
-¿Y por qué no? Tu no le debes nada a esa mujer, diosa lo que sea. Y piénsalo ahora eres más bella, y la única en este mundo en la posesión del color. ¿Te das cuenta de lo que supones para el mundo? Eres mágica, eres especial, eres…
-Le interrumpe- idiota… Soy idiota. Por creer que me querías por mi forma de ser y no por mí aspecto…Que ilusa jaj -se dice para si en bajito-.
-¿Qué? No. Yo no quería decir eso.
Abriendo la puerta- Márchate Erik, ya has dicho bastante.- Cerró la puerta en sus narices.
Su puerta tenía uno de esos cristales borrosos tapados por una cortinilla blanca con bordados de flores arrugada por los extremos que la unían a la ventanita. Y tras ella vio como la imagen borrosa de Erik se marchaba; llegando a la verja le pego una patada y luego torció a la derecha. Y para cuando desapareció de su visión, que más borrosa se hacía por segundos al contener las lágrimas, apoyó su espalda en la puerta y la deslizó hacia abajo hasta quedar sentada en el suelo y al mismo tiempo dos lágrimas se deslizaban inmensas. Oprimiendo todo su cuerpo, su alma, su corazón…Le costaba aguantarse estúpidos gemidos. “¿Por qué?” Se preguntaba una y otra vez. No tenía fuerzas para levantarse. 
Pensamiento-¿Por qué? ¿Por qué tuvo que ser engaño y no la realidad? ¿Por qué no se quedaba el momento en que me abrazabas y nada más importaba? ¿Por qué…me quitas todo lo que tengo? En solo un momento destripas, desmientes, detesto la realidad que me prestas. ¡No quiero esto! No quiero, no puedo… Por hacerte dentro de mí un hueco, por haberte dado todo en un principio, has desecho en un pispas mis deseos mis ilusiones, mis creencias. Y lo que más duele es…que ya, no le creo.
Decidió plasmar todo aquel sentimiento que le corrompía, como siempre hacía con todo, en su cuaderno. Después de mucho pensar se dio cuenta de que fue precipitado. Alimento la ilusión de la niña de 6 años que conocía a Erik y quedó enamorada. Aquella que depositaba en él su destino, sus promesas, mientras contemplaba las aguas de aquel inmenso río  Se dio cuenta de que no lo conocía. Ya no. No podía pretender que fuera quien ella quería que fuera…Le destrozó por completo, pero al menos ya conocía la realidad. Tenía que dejar de vivir dormida esperando que el sueño torne a ser su propia vida…demasiados cuentos…

Carta a mi querido fantasma.
Aquel amante frustrado que profundizaba en la inocencia. Cuanto me gustabas. El viento me guiaba cada día hasta ti mientras jugaba con mi falda.
Aun no sé abrir los ojos a tiempo, y de mis fallos he creado la caída de hermosas flores que se depositaban en tu vida. Y aun que tú no lo sepas, sé que lo sabías.
Me vi obligada a trastornar mi armonía o a tomar por culo en todo lo que creía. Y creía en ti...pero tan solo, fantasma, te amaba porque fui yo la que te convertí. La que quiso ver antes incluso de abrir los ojos.
Me mentí, te mentí.
No es fácil despedirme de ti, te lo juro. En mi todo se mezclo de sal, me invadían dudas justo cuando lo que tenía que nacer era seguridad. Y no había. La busqué, no había nada.
Otra vez en mis charcos de realidades.
Independiente, Autosuficiente, demasiado exigente...
Te quiero mi fantasma porque tu momento en mi me escribió viva.
(17 pájaros- 107 ramas...)


Pero a pesar de su seguridad, de darse cuenta para abrir los ojos a tiempo. Todo le dolía demasiado. Eran tantas las expectativas puestas en aquella perfecta imperfección de sus sentimientos. Aquella que manejaba las horas a su antojo y le hacía dibujar sonrisas estúpidas al caminar por la calle sin ningún sentido aparente. Toda ella ensimismada por el olor que se quedó en su ropa por haber estado cerca de él. Y aun estaba, incluido el sabor de su boca en la suya… Tan ofuscada arrancó la página y con lágrimas en los ojos fue corriendo al baño a cepillarse los dientes. Necesitaba desprenderse de su presencia. Mientras lo hacía se miraba al espejo viendo como en su cara se dibujaban las marcas que solo la sal de las lágrimas crean, ojos vidriosos en un gris muy tenue y apagado. Parecían pertenecientes a la propia oscuridad de su mundo. Y al verse tan mal por él, comenzó a insultarle en voz baja y desgarrada. “Amor, no me dejas ni producir palabra.”
Al terminar de escribir Kaliste dejó tirada la hoja muy cerca de la ventana que se encontraba abierta, y una brisa se la llevó volando fuera de su habitación. 
No quería seguir pensando en todo aquello. De tanto llorar comenzó a sentir dolor de cabeza y sin fuerzas para poder andar. Así que se tiró en la cama con la intención de no despertar hasta que el dolor se volviera olvido y del olvido la nada. Una vuelta a la realidad. Aunque en el fondo, después de ser tan racional, sus sentimientos en una acto de valentía al revelar su verdadero sentimiento dijeron “Ojalá este sea el despertar de un estúpido y desaliñado sueño.” 

Pero su plan fracasó. Al llegar sus padres ella se desperezó poco a poco sin ninguna fuerza al escuchar como la llave giraba chocando con el pomo y la madera de la puerta. Y entonces escuchó la voz de su madre.
-¡Kaliste! Kaliste mi vida, estoy en casa.
Era lo que ella necesitaba. El inconfundible apoyo y abrazó de su madre así que se dispuso a salir tras ella, pero se topo con el espejo del pasillo. No era ella. Se sintió tan agobiada, asustada, sin saber que hacer nerviosa al escuchar los tacones de su madre subiendo las escaleras. ¡Dios cuántas ganas tenía de verla! Pero retrocedió sus pasos, corriendo y sin pensar, se tiró hacia la ventana que daba al césped. La caída por suerte no fue muy dura, por lo que tras levantarse corrió en dirección al río de Bohemia. Realmente no lo tenía pensado, pero sus pasos la llevaban por inercia. 

Cuando subió la madre a su habitación no había nadie y sin embargo la habitación parecía haber sido utilizada recientemente. Pues la cama estaba desecha y las hojas de su cuaderno, movidas por el viento, abiertas y plumas estilográficas gastadas y usadas por todas partes, menos una que estaba encerrada en su estuche.
Esta al ver tal desorden y desconcertada por la ausencia de su hija interrogó a su marido. Y él acordándose de la conversación que tuvo con Kaliste antes de irse, le contó que ella se había ido de intercambio a una ciudad de Francia y que le mandaría cartas. Pero que en su lugar estaba viviendo allí la chica de su intercambio. La madre se quedó muy asombrada de no haber sido comunicada antes de todo esto y se sintió dolida al no poder tener a su hija cerca después de tanto tiempo fuera. Pero finalmente lo aceptó. Arregló el cuarto de Kaliste y cogió el cuaderno de sus escritos, leyó algunos recientes y al pasar hacia la última página escrita se dio cuenta de que había sido arrancada y eso la puso un tanto preocupada. ¿Estaría bien su hija?

Kaliste estaba sentada en el césped de una colina cercana a visualizar las aguas del río de Bohemia. Se acurrucaba abrazando sus piernas mientras contemplaba como la luz ya se marchaba. Dejándole un atardecer tremendamente oscuro pero unos ojos color miel que aun seguían enrojecidos por las lágrimas que crearon. Kaliste no pensaba en nada. Se mantenía inerte con su fija mirada. No quería y no podía pararse a pensar qué hacer en ese momento. Se veía incapaz de lidiar con tanto peso y trastorno en un solo día. Entonces alguien desde la lejanía se acercaba haciendo ruido con sus pisadas sobre el césped seco. Ella por haber estado contemplando el sol, al mirar hacia tras veía borrosas manchas y nada claro. Sin embargo reconoció que era la figura de una mujer que dejó escuchar su voz. 
-Dios mío pero esa voz es mía- Pensó, a la vez que se levantaba rápidamente.
Entonces esta le contestó que no había escuchado. Que le repitiera más alto. 
-¡Tú! ¡Si eres tú!
-Disculpe, ¿cómo dice?
Aquella sombra se empezó a acercar más rápido y con más nitidez, se dio cuenta. Era ella. Su corporeidad que corría a su encuentro. Y esto remató del todo la fragilidad que sostenía a Kaliste y provocó su desmayo. 

viernes, 19 de octubre de 2012

Capitulo 11 Lara


Empezaba a hacerse de día, ya comenzaba a entrar por la ventana una brisa veraniega. Lo primero que se le vino a la mente a Kaliste fue lo bien que había dormido aquella noche junto con aquel olor, el olor de Erik. Abrió los ojos y ahí estaba dormido abrazándola. No pudo evita sonreír al verle, estaba tan sumamente adorable, le entraron ganas de besarle pero no quería que se despertara así que se contuvo las ganas. Sin embargo se prometió no olvidar nunca esa escena sería como una foto en su mente.
Aunque se hubiese quedado allí con Erik todo el día había algo que todavía le preocupaba mucho y lo volvió a recordar nada más ver su dedo con aquel extraño anillo, aquella serpiente, aquellos ojos.
Decidió levantarse, cuidadosamente eso sí y se preparo un gran café. Siempre lo hacía cada vez que necesitaba fuerzas o aclarar ideas, y una vez con su gran taza de café en mano se sentó enfrente de la ventana con la mirada perdida pensando en mil cosas a la vez pero sin prestar atención a ninguna. Lo único en lo que sí que podía pensar era en aquella maravillosa noche junto a él.
Estaba tan sumida en ella misma que no escucho como Erik bajaba las escaleras hasta que la abrazo por detrás dándole un beso en el cuello.
Kaliste pego un salto en la silla, pues no se lo esperaba, pero cuando vio a Erik ahí de pie, con todo el pelo despeinado, sonriéndole no puedo evitar  que se le escapara una pequeña sonrisa y el beso que antes se había guardado se lo dio.
Fue un beso lento, dulce, pero a la vez pasional, sentía el deseo de él por ella, la necesidad de ella por él, fue algo mágico.
Erik también se preparo un café bajo la atenta mirada de Kaliste que no podía evitar dejar de mirarle, cada movimiento que hacía, cómo se apartaba aquel rebelde mechón de pelo que siempre le caía en la cara, sentía que era él el indicado.
Erik enseguida se sentó junto a Kaliste mientras la abrazaba y juntos se quedaron un rato mirando por la ventana sin mediar palabra. Incluso los silencios eran mágicos para Kaliste pero se seguía preguntando si para Erik sería lo mismo y no podía evitar seguir pensando en que el cuerpo al que Erik abrazaba era el de Evolet y no el suyo. Finalmente el silencio se rompió cuando Erik mientras acariciaba su mano se fijo en el peculiar anillo que llevaba.
-Bonito anillo –dijo observándolo con curiosidad.
-Jajaja gracias… es una larga historia.
-Me gustan las historias largas y si tienen un beso de por medio mejor que mejor –dijo Erik mientras se acercaba a Kaliste y volvia a besarla.
-Mmm, a mi me gustan más las historias que tienen dos besos –le dijo Kaliste en un susurro mientras no podía evitar sonreír de felicidad y volvió a besarle.
 Le encantaba besarle, sentir sus labios junto a los suyos, sentir su aliento. Le fascinaba.
-Bueno creo recordar que antes de los besos iba la historia ¿no? –le dijo Erik sin despegar sus labios de ella.
-Sí creo que sí, jajaja.
-Bueno, te reservaré uno para el final, le dijo él guiñándole un ojo.
-Jajajaja, me gusta la idea ­­–le dijo mientras se mordía el labio–. En fin la cosa es que ayer estuve en el lago que está junto a la torre bohemia y bueno lo encontré allí. Creo que tiene algo que ver con Evolet pero no estoy segura. Oye y hablando del día de ayer, ¿eras tú aquel que estaba escondido en la esquina cuando llegue a casa?
-¿Yo? ¿Ayer? No, ¿por qué? ¿Ocurrió algo?
-No, no nada no te preocupes, no será nada… –dijo Kaliste pensativa y ocultando el miedo que le estaba entrando, si Erik no era, ¿quién sino?
Era algo que preocupaba a Kaliste pero no quería estropear el momento con Erik así que le sugirió de dar una vuelta por el parque antes de la hora de comer.
El paseo fue algo tan maravilloso para ella, el cielo estaba despejado pero seguía manteniendo la oscuridad que le caracterizaba, aquella oscuridad que llegó cuando Evolet fue encerrada en la torre. No había ni una nube, los pájaros cantaban y estaba con Erik, ¿qué más se podía pedir? Ambos estaban felices cogidos de la mano sin ocultar sus sentimientos pero algo turbó la felicidad de Kaliste, algo que estaba viendo justo en aquel momento.
Se quedó de piedra no podía creérselo, no podía creer lo que sus ojos veían a unos metros de ella, ¡era ella misma!
Erik sin darse cuenta de nada continuo caminando hasta que noto que Kaliste se había parado. Cuando se giró a ver qué ocurría vio que estaba pálida, con los ojos muy abiertos y con cara de asombro. Se giró para ver que era aquello que había provocado esa reacción en ella pero no llego a ver nada.
-¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? Me estas asustando ni que hubieras visto un fantasma.
-Na… nada, nada, es solo que me ha parecido ver, osea, que yo, que ella… pero es imposible, ella está en la torre yo debo sacarla de allí… –se decía a ella misma ante la mirada de asombro de Erik que no entendía nada.
Por un momento Kaliste empezó a pensar que estaba volviéndose loca por culpa de aquella extraña situación así que decidió dejarlo pasar.
-Continuemos el paseo, dijo reconfortándose un poco y sonriendo a Erik para tranquilizarlo, aunque aquella sonrisa no lograba que ella misma se reconfortara del todo, pero decidió hacer el esfuerzo, nada podía hacer que aquel maravilloso rato se estropease por lo tanto continuaron con el paseo hasta que ya el hambre les obligó a volver a casa.

Capitulo 10 (Eva)




En todo ese momento alguien vigilaba a Kaliste, era como una sombra que se apoyaba entre los árboles y se defendía de la visibilidad entre la maleza del bosque. Ella no se percató durante el tiempo en que estaba en el lago. Estaba demasiado inmersa con todas sus cosas.
Pero de vuelta a su casa cuando ya se hacía de noche mientras abría la verja sintió la presencia de una mirada fija en ella e instintivamente miró hacia el lugar donde creía se encontraba su observador. Efectivamente tras la esquina había alguien pero tal como ella miro se fue sin dejar rastro. Solo se pudo ver su sombra. Kaliste asustada por el momento, se paró a pensar si detenerle en un grito o ir tras aquella persona pero no tenía suficiente valor. Entró en la casa y cerró la puerta con todos sus cerrojos. 
Hoy su padre se había ido por la tarde a recoger a Madeline su madre, pero como el viaje sería largo no volverían hasta el siguiente día. 
Tenía la casa solo para ella y de ese modo los silencios se hacían largos, los ruidos más intensos y la soledad le invadía. Después de cenar algo ligero se fue a su habitación a dormir pero le costaba conciliar el sueño. Girada hacía donde la cama daba a la ventana, se quedaba contemplando la luna y diciéndose a sí misma “¿No te das cuenta de que si no cierras los ojos no dormirás?” Pero no podía dejar de hacerlo, cada vez que intentaba cerrar los ojos escuchaba con más claridad todos los ruidos y sonidos de su alrededor; como arañaba una rama de árbol el cristal de su ventana, el ruido metálico de las aguas circulando por las cañerías, y de repente un golpe. Como si algo hubiera caído. A Kaliste al escucharlo le dejó los ojos como platos y agarro su sabana con fuerza tapándose media cara. Se quedó inmóvil para seguir escuchando a ver si no era nada. Tras un silencio que la reconfortó escuchó como el sonido de una chirriante puerta se abría y el sonido era demasiado cercano. Era su puerta. Entonces ella se dio rápidamente media vuelta pero no encontró a nadie. Únicamente se había abierto la puerta. Y entonces algo cálido y peludo rozó su pierna mientras maúllaba. Kaliste reaccionó con un gran grito de terror, mientras aquel gato de grandes y coloridos ojos la observa maullando.
-¿Oculos? Dios mío, ¡qué susto me has dado! ¿Pero cómo has entrado? Si he cerrado todas las puertas…
-Miauu
-Muy mal pillín después de tanto tiempo que no te veo y te presentas así de mal educado jaja. (Le dice mientras mira y acaricia al gato)
-Espero que eso no lo digas por mí. (Aparece Erik tras la puerta y ve a Kaliste)
Al mirarse ambos gritan.
Erik- ¿Tú?
Kaliste- ¿Cómo qué tú? ¿Te presentas en mi casa sin avisar, me asustas y gritas y dices tú?
Erik- ¿Tú…tú casa? Oh no, no, no, esta no es tu casa. ¿Pero qué carajo? Tú eres la del parque. Todo esto no tiene sentido. (Mirando hacía el suelo confuso)
Kaliste- Pues claro que es mi casa bobo (Dice algo adormilada sin darse demasiada cuanta de la situación.)
Erik- ¿Pero cómo va ser tu casa? Aquí vive Kaliste.
Kaliste- Ouuff…Es cierto
Erik- ¡Já! Pues claro. Así que di quién eres y qué le has hecho a mi amiga.
Kaliste- Ooh Erik esto es muy complicado…
Erik- ¿Y cómo sabes mi nombre? Esto es de locos…
Kaliste –Precisamente… ¿quieres saber cómo sé tu nombre?
Erik- Eso y todo lo demás, claro.
Kaliste- Pues te pido por favor tengas la mente abierta y escuches con atención lo que te digo. Cuando se lo dije a mi padre me creyó así que espero que para ti sea igual de fácil entenderme.
Erik- Vamos ¡dilo ya!
Kaliste sienta a Erik junto a ella en la cama mientras ronda por la habitación el gato y esta le cuenta todo lo ocurrido desde los comienzos. Al principió le costó creerla pero lo de su nombre, que Oculos la tratara como a una conocida, y todas aquellas reacciones que tuvo que le hicieron pensar su amiga le ayudaron a confiar.
-Pueees todo esto es muy raro…
-Lo sé. 
(Tras un breve silencio) –Bueno y ¿Para qué venias?
-Aab… viene a verte por la tarde y no estabas y se me ocurrió…
-Se te ocurrió que era mejor un susto nocturno jumm… Muy agradable, si. (Sonríe)
-En verdad tú querías verme jaja.
- ¿Eso crees?
-Por supuesto sino, ¿qué sentido tiene lo que ocurrió en el parque? (sonriendo)
-…Lo que ocurrió en el parque para ti no era yo, así que fíjate qué sentido tiene.
-Mierda Kaliste, ¿y yo qué iba a saber? Ella se parecía a ti, en todo. Cuándo vine aquí no fue en busca de esa tal Evolate…
-Evolet (Le interrumpe). Ni que fuera una marca de chocolate…
-El caso, es que ella me recordó todo lo qué vivimos juntos, bueno tú en ella puff esto se hace difícil de explicar…
-jaja Inténtalo no vas por mal camino. (Le sonríe)
-Kaliste tanto tiempo separados me hizo olvidar todo lo qué éramos, nuestras locuras, nuestra amistad, todo…y nuestras promesas. Bueno eso fue algo que nunca olvidé. Pero pensé que tú ya no pensabas en mí del mismo modo, ni sé lo qué piensas ahora y… Esa chica me evocó los momentos en que estábamos juntos y ese beso era a ti.
- Dirás casi beso jaja.
- Eso, casi. Y bueno es por lo que he venido aquí a recuperar a mi amiga. (Sonríe)
-Pues aquí me tienes. Pero no hay nada que recuperar Erik…
-Joder, que no la bese, es decir, que no te bese… (Justo entonces Kaliste se acerca a su boca y lo besa sin dejar que siga hablando) 
Ambos se miran y se sonríen. Tras eso pasan la noche tumbados en la cama bajo la luz de la luna abrazados y contándose todas las anécdotas que habían sucedido después de su separación. Hasta que el sueño los venció a altas horas de la noche y los dejó abrazados respirando de sus alientos.